El aludido desmintió el tweet. Hubiera preferido escribir sobre otra cosa hoy.

Las difamaciones e hipérboles son un medio para:
1. Reforzar la ilusión de caos
Seguir polarizando a la sociedad apelando, por contraste, a nuestro sesgo de confirmación (este es un gran ejemplo). No hay diálogo sino ruido para reforzar la ilusión de caos. La ironía: el caos es el orden que están imponiendo.
2. Aturdirnos hasta la impunidad
Aturdirnos hasta hacernos desistir de verificar la información a la que estamos expuestos incesantemente en los medios y someternos a SU narrativa, que no es la realidad. Misma que, por definición, tampoco persigue nuestros intereses sino a sus aspiraciones particulares. La ambición de poder no distingue ideologías políticas, reitero.
3. Consolidar un fuego cruzado a modo
Consolidar el común denominador de este fuego cruzado: escindir la rendición de cuentas y, en suma, el sentido de responsabilidad pública del ejercicio del poder: la autocracia del más cínico, por decirlo de manera simple.
El debate público y la toma de decisiones públicas
Lo obvio, esta lista no es concluyente sino un recordatorio más de que nuestra condición de sujetos de derechos está bajo serias y lucrativas amenazas.
Comparto este screenshot (arriba) para ayudar a poner en contexto este tipo de confrontación política, donde los ciudadanos somos carne de cañón (no personas) entre trincheras de propaganda dispuestas a decir lo que sea necesario para controlar el debate público y acumular más poder con menos responsabilidades cada vez.
Que el debate público se mantenga en este nivel tan precario, alimenta la misma ilusión de superioridad moral en ambos extremos del espectro político: el otrx no es como yo, deberíamos ser más como yo, por lo tanto, la solución es eliminar a los otrxs.
Aferrarnos a dicho sentimiento, entre otras cosas, nos seguirá alejando de participar en la toma decisiones como sociedad: vemos el juego en la pantalla, nos dieron el control desconectado y, cuando pierden, nos echan la culpa pero, como no son tontos, nos dejan mantener el control desconectado en nuestras manos.
P.S. Si me lo preguntan, me encantaría poder vivir ignorando a todos los Verásteguis, Trumps y demás señores tan convencidos de su irrelevancia en el mundo. Estoy seguro que viviría mejor, al menos no tendría que estar pagando, junto con millones, la deuda pública de su idiotez. Pero su vida de negación les está rindiendo frutos y, a nosotros, paradojas cada vez más crueles e implacables.
De modo que aquí estoy, referenciando la publicación de un impresentable en una plataforma impresentable para recordarnos que no nos conviene ceder a su mezquindad. Y para ello, debemos tomar en serio los intereses que se esconden detrás de este tipo de marionetas para coaccionar nuestra complicidad de facto. Dicho de otro modo: ridiculizarlos es su forma de legitimarse. Sugiero resistir lo más posible, esta publicación (pensar en voz alta) es un esfuerzo en esa dirección.