No es simple. No sé si debería serlo para mí. Lo que sí sé es que antes dudaba menos sobre publicar lo que escribo.
Antes. Me detengo. Me siento viejo empezando así. Pero, de nuevo, escribir es recordar algo que ya pasó. No dejar de intentarlo, por lo pronto.
Antes de que las plataformas sociales determinaran la manera en que debería verse nuestra vida, y socializar en internet no era sólo comprar y engordar algoritmos, nuestra atención era más importante para todos. La inocencia del hipervínculo merecía nuestro tiempo (o no) y compartirlo con otros podía hacer la diferencia. Como cuando eras niño y jugabas con otros niños, las reglas eran un consenso revoloteando hacia la máxima diversión. Usábamos al revés los embudos.
Publicar en internet, en ese sentido, era más un juego que otra forma de especulación financiera. Definitivamente me he vuelto más aburrido.
Quien necesita este espacio más que nadie soy yo, quien escribe buscando su propia atención, lo que podamos rescatar de nuestra autonomía aquí, soy yo. Pero no estoy solo (Blogroll). Escribir en este espacio es mi manera de resistir, ingenua tal vez, manera de exprimir mi silencio digital, de sabotear el recato de las analíticas, las palabras clave, la mecánica sensualidad de los títulos que confirman que las personas podemos ser mercancía.
Pero quiero aclarar algo, no reniego del desarrollo tecnológico que nos permite interacciones más complejas en internet sino de la coacción por cobrar: pensar es complicado y, por lo tanto, un desperdicio de tu tiempo. Mejor fórmate aquí, paga y recoge tus ideas.
En el día a día, los dilemas y las cosas están más revueltas. Nuestros problemas y angustias son, al mismo tiempo, más simples y más complejas que lo que dicen los medios. Las fronteras no sólo son difusas sino que están en constante cambio: sexo, género, crisis climática, Estado y nacionalidades, fundamentalismos y, más allá de donde alcanza la vista, el pornográfico desierto algorítmico. Mi punto es que no hay afuera —hay jaulas.
Mientras tanto, no pretendo convencer a nadie de que soy divertido o interesante, sólo necesito un espacio para escribir en público: callarme menos. Con suerte, algo especial llegará.
Escribir es mi forma de volver al futuro.
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