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Un pájaro vino a morir a mi trabajo

Un pájaro vino a morir a mi trabajo. No lo supe la primera vez que lo vi, aterrizó en la cochera del gimnasio como tantos pájaros hacen todos los días y se alejan volando tras cualquier movimiento brusco al interior. Vuelven. Siempre alerta, no como yo que lo vi aterrizar y simulé acercarme hacia él y no se movió. Entonces sí caminé hacia él y tampoco. Volví a mi entrenamiento. 

La segunda vez que volteé, el pájaro yacía en la cochera sin heridas visibles en un cuerpo que, a la distancia, se confunde con las hojas del viento. Pero su cuerpo de voluminosa hoja no se ofusca y sólo puedo pensar que él sí sabía lo que venía. 

Pero aunque lo hubiese sospechado antes, no había nada que pudiéramos hacer. Lo único que sé de pájaros es que descienden de los dinosaurios y su cuerpo es el follaje nervioso de un par de diminutos árboles que brincan para caminar.

Ahora me voy y las hormigas se quedan.

Photo by Mehdi Sepehri on Unsplash.

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